domingo, 19 de agosto de 2007

Preludio a la carne: cosmogonía impune



¿He de sentirme culpable?
No existe nada en el mundo que no sea creado
Todo es parte de mi, y de ustedes, temores
Estoy purificado y no debo arrancar
¡No hay nada que no sea creado, Dios!

Quieres poner en mi boca palabras
Palabras que contradicen mi manera de palpar
Las cosas por su sabor, la carne por su olor
Los restos por su forma consumada
Y a ese Dios de madera y excremento
Que no deja de atormentarme con su forma

Quiera Dios que no me lleve esta noche
Que es el momento de pensar en mí
Soñar besándome a mi mismo en las ardidas tierras
De huesos y piedras rascadas de ira
¿Porqué no azotar al animal, si este enfermo ha de padecer?
Supurante de piedad emanando olores gástricos
De sucio animal destripado por sus dueños

De no partir ahora adornaría este suelo
De mi bella e inmaculada avaricia
Todo es parte de lo que mi sombra oculta
Tras ese finísimo velo negro casi impalpable
Que se recicla luego en fiestas mortuorias

Me pregunto denuevo ¿He de sentirme culpable?
Mas culpa tiene el sol por dejar nacer tan bello laurel
Para después disecarse en espinos traspasantes
Más culpa tiene la luna por cubrir la noche con imágenes
Para después confundir lo extraño con mi vida
Y relatar el breve momento
Del despertar ingenuo


lunes, 13 de agosto de 2007

Preludio a la carne: volver a la naturaleza


Al borde de un cambio
Fanático, cautivo
Un tanto silencioso de si mismo
Que no deja huella alguna de su persona.
La sombra dispareja en su suelo
Y el reflejo en sus ojos de edad consumada
Que no dejan huella alguna de su persona
Ni de su vida.

El cielo se torna de gris asustado
Y pálido el camino, que sin fuerzas hay que caminar
Entre piedras, silenciosas
Vastos navíos de sierra natural.
Y el mar que os acoge al final, sordos hombres!
Todo se torna asustado
Que hasta las olas desanimadas de si mismas
Generan espasmos de plenitud matinal.

Como tomar vuestra senda, ingrato animal
Si entre espinas y rocas, demuestras ser feliz .
No basta con herir tu cuerpo y dejar un sucio hedor
De saliva enferma y malgastada.
Mirad ese cielo, ojos machacados!
Deja atrás el mar que os espía y renuncia
Abandona todo lo que puedas .

Muy cerca,
Muy cerca de aquí brillará la carne consumida
En zumos de hierbas y sales cristalinas
El hombre que en pie se mantenía triste
En compañía de muertas silenciosas.
Ahora, ahogado en órganos sabios y marchitos
Que no dejan huella alguna de su persona
Ni de su vida, ni de sus pecados.